Dos poemas de Sanderson Negreiros
SANDERSON NEGREIROS
Versiones de José P. Serrato
OS GESTOS
4
Senhor, três horas da madrugada
bate o vento contra os cristais.
Sei a tristeza que fere as mãos.
Colho a estrela do que fôra sonho.
Flores nascerão sobre quem se ama?
LOS GESTOS
4
Señor, son las tres de la madrugada
golpea el viento contra los cristales.
Conozco la tristeza que hiere las manos.
Recojo la estrella de lo que fuera sueño.
¿Nacerán flores sobre quien se ama?
ODA DE SOMBRA
Para Elinor
I
Te recuerdo, pequeña muchacha, de rojo
saltando el puente de las conmovedoras rosas
y cantando, con cántaro al hombro, la limpia
belleza de las tardes y de las fuentes
hace mucho fenecidas en las raíces del viento.
II
En este secreto bosque, yaces inútilmente
levitada, sin gesto de amor, olvidaste
que un amigo humedeció tu espacio de muerta
y completamente vuelta hacia ti misma,
te entregue a un sueño.
III
Ves que en tu cuerpo ya se deshacen
los viejos cementerios de la madrugada
y, por él, asciende el lamento
de las vírgenes del alba.
Pido los velos de carne que te adornan
para que los pájaros aniden en las pequeñas tumbas
y los gatos lleven la noche en la mirada.
Para que los hipocampos no
se hundan en el crepúsculo, ardiendo en llamas.
Y tus senos avancen sobre los jardies suspendidos
donde las palmeras abren de sus hojas
los violines que dilapidan los paredones del mundo.
Tengo vivas remembranzas de las quillas veloces,
de los licores animosos y de las hilanderas fatales.
¿Por qué si paso, no me llamas
a tu lecho de virgen?
ODE DE SOMBRA
Para Elinor
I
Lembro-te pequena menina de vermelho
pulando a ponte das rosas comoventes
e cantando, de cântaro ao ombro, a límpida
beleza das tardes e das fontes
de há muito fenecidas nas raízes do vento.
II
Neste secreto bosque jazes inutilmente
levitada, sem gesto de amor, esquecida
de que um amigo umedeceu teu espaço de morta
e completamente voltada para si mesma,
entregue a um sonho.
III
Vês que no teu corpo já se desfazem
os velhos cemitérios da madrugada
e, por ele, ascende o lamento
das virgens da alvorada.
Te peço os véus de carne que te enfeitam
para que os pássaros se aninhem nos pequenos túmulos
e os gatos tragam a noite no olhar.
Para que os cavalos marinhos não
desabem no crepúsculo, ardendo em chamas.
E teus seios avancem sobre os jardins suspensos
onde as palmeiras abrem de suas folhas
os violões que dilaceram os paredões do mundo.
Tenho saudades das quilhas velozes,
das astrais bebidas e das fiandeiras fatais.
Por que eu passo e não me chamas
ao teu leito de virgem?
Comentarios