Aforismos de Antonio Porchia

Antonio Porchia (1885-1968), es para mí, una de las lecturas a las que más recurro. De nacionalidad argentina e italiana, Porchia nos ha dejado un conjunto de aforismos brillantes por su profundidad y por el juego que hace con el lenguaje, por su precisión y sencillez, por su sinceridad y contundencia. Sus aforismos pueden significar la unidad mínima de la poesía o del ensayo literario. Presento de él, algunos ejemplos.



Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

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Tú crees que me matas. Yo creo que te suicidas.

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Dirán que andas por un camino equivocado si andas por tu camino.

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En el último instante toda mi vida durará un instante.

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Te quiero como eres pero no me digas cómo eres.

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Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto.

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Eramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y solo yo.
Uno de los dos faltaba.


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Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.

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Casi no he tocado el barro y soy de barro.

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A veces hallo tan grande a la miseria que temo necesitar de ella.

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Quien se queda mucho consigo mismo, se envilece.

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Han dejado de engañarte, no de quererte.
Y te parece que han dejado de quererte.


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Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.

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Nada no es solamente nada. Es también nuestra cárcel.

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He llegado a un paso de todo. Y aquí me quedo,
lejos de todo, un paso.


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El dolor no nos sigue: camina adelante.

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En plena luz no somos ni una sombra.

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Mueren cien años en un instante,
lo mismo que un instante en un instante.


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La confesión de uno humilla a todos.

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Sí, me apartaré.
Prefiero lamentarme de tu ausencia que de ti.


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Quien dice la verdad, casi no dice nada.

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Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.

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No hables mal de tu males a nadie,
que hay culpas de tus males en todos.


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Se puede no deber nada devolviendo la luz al sol.

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Hay caídos que no se levantan para no volver a caer.

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Casi siempre es el miedo de ser nosotros
lo que nos lleva delante del espejo.


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Las cadenas que más nos encadenan
son las cadenas que hemos roto.


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Cuando las estrellas bajan,
¡ qué triste es bajar los ojos para verlas !


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Comencé mi comedia siendo yo su único actor
y la termino siendo yo su único espectador.


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No ves el río de llanto porque le falta una lágrima tuya.

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Nadie es luz de sí mismo: ni el sol.

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Un corazón grande se llena con muy poco.






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