Del grito de los guijarros

Abandonemos ese grito casual
en un vértice de piedra
y esperemos

crujirá silenciosamente
pero nadie podrá advertir la grieta
y que desde ahí
se abandonan al vuelo moscas ataviadas con celofán y aguja
tejiendo un mapa de siseos

nadie escuchará tampoco que la piedra
como casa de madera expuesta al frío
cruje su existencia

y nadie
            por supuesto
sabrá que arrojamos esta piedra
al fondo de aquel lago
para precipitarse en nuestra entraña.

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