La estética del mascotismo

La estética del mascotismo

José P. Serrato


"Somos pobres animales, sólo poseemos nuestra dentadura;

para todo lo que queramos hacer, bueno o malo,

contamos únicamente con los dientes".

Kafka.


A mi desparecida Pelusa


A Eva y Cristina




Tengo peces en casa. Mi relación con mis peces es fundamentalmente introspectiva. Se convirtieron en un sustituto de descendencia y de televisor, de diario y de preocupaciones. Aún así, me he preguntado mientras los miraba nadar como tranzando una madeja de itinerarios invisibles, cuál era el sentido de poseerlos.


Se podría responder a la pregunta con intenciones como la compañía, la necesidad de reconocimiento o inlcuso para la seguridad de la casa. Sin embargo hay otras respuestas que me interesan: la motivación estética y la motivación ética.


Uno adopta una mascota la mayoría de las veces por la belleza del animal, por esa remota identificación de lo bello en lo bello animal o por la necesidad de poseer el objeto revestido de encanto, lo apreciado por su valor estético. En algunos casos esa búsqueda estética también se exagera y termina como una vía de demostración de poder, así están los embellecidos lebreles de alcurnia o los exóticos tigres de bengala y las aterradoras serpientes de los excéntricos millonarios. Quizás hay mascotas más bellas que otras, con más gracia. Podría declararse por muchos, sin que esto signifique certeza, que un gato es de un nivel mucho mayor que el perro en lo que a estética se refiere. Se ha dicho hasta el cansancio que los literatos tienden a poseer gatos, un ejemplo: Monsiváis tenía más gatos que dedos en las manos. Las mujeres son más adeptas también a poseer este tipo de mascotas, los hombres se inclinan por los perros. Esto no es cuestión de hormonas, es una cuestión cultural y de sensibilidad estética. Curiosamente a quienes se les ha permitido expresar sin censura esa admiración por lo bello es al artista y a la mujer.


Hace poco me he enterado que algunos hombres en Nigeria han adoptado hienas y mandriles como mascotas. La estética acá se ha transformado, se extrapola. Sabemos que muchos hombres adoptan actitudes (evidentes en unos y sutiles en otros) que hacen gala de valentía y de poder para escalar en una jerarquía imaginaria entre los de su género y tener, al modo de los leones, mayores posibilidades de conseguir pareja. La necesidad de reconocimiento de poder nos lleva a poseer el peligro de muerte junto a nosotros. Éstos nigerianos, han logrado amaestrar de tal manera a sus hienas para tener de la casa para afuera un aguerrido animal, pero hacia dentro un canino que juega con los niños y los divierte. El terror, lo grotesco y lo temerario han tomado un lugar firme.


Poseer una mascota responde generalmente a una moción estética más que ética. Con todo, no todas las personas buscan en primer lugar la satisfacción de una necesidad estética en el abrigo de sus mascotas, hay quienes las poseen por una responsabilidad ética. Son pocos los casos en los que una persona posee un animal por compasión. A esas personas las admiro, son quienes han logrado llevar su obligación ética por encima de su satisfacción estética. Conozco el caso de una muchacha que llevó a vivir con ella a una perrita a punto de la muerte. La encontró con el vientre abierto y exhalando el último aliento, la respuesta fue inmediata: movida por su sentido ético, la llevó al veterinario junto con su madre y hoy la perrita vive sus últimos años después de vivir nueve al lado de su protectora. Es difícil pensar que quienes poseen hienas o tigres en sus hogares tengan compasión siquiera por sus familias.


Realmente al poseer una mascota por compasión, la compasión es hacia uno mismo. Del ser humano a sí mismo. Podríamos verificarlo con el cuento de Kafka sobre los árabes y los chacales o el episodio de Gulliver donde los houynhnms, caballos que hablan educadamente, muestran la inteligencia que los hombres deberían mostrar hacia los animales. Kafka en ese cuento, nos revela algo conocido: la terible amenaza que somos los hombres, la plaga en la que nos hemos convertido. Poseer una mascota no es para reafirmar esa condición de dominación, es para abandonarla.


Una de mis hermanas constantemente platica con mis perros, se sienta en el patio de la casa y mientras los cepilla les cuenta historias. Nadie se atreverá a cuestionarla. Nos hemos dado cuenta que no es un trabajo inútil, es la manera más inteligente de mantenerse humana.



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